AUSENCIAS, AMIGOS AUSENTES
En temporadas estivales como que la gente anda en otras cosas, el aire se enrarece y pareciera que la emigración hacia las aguas pudiera purificar cuerpos y almas. Cuando me sumergo apelo al sentido planetario y mi mente demasiado rápido se aleja de las orillas atestadas. Del atestado mundo, no del mundo, de las gentes. ¿que será que en oportunidades claves la gentes me molestan?.
Es como cuando en la noche dice la frase "se escucha el silencio", amo el silencio y amo repentinamente mi soledad. Que egoista.
Y soñar, y mirar y sonreir y regocijarse en lo propio, repetir vivencias, memorizar, acordarse.
Me encontré con un entrañable amigo que hace más de 10 años que no veía, entre copa y copa (delicioso margarita frambuesa, que jamás había probado), se nos fue soltando la lengua y amanecimos en un bar hablando de nuestras vidas y tratando el uno al otro purificar nuestros pecados a través de la confesión; que placentero contar con amigos así, que catarsis más extraña y hermosa. Recorrimos años en unas horas.
Al despedirnos, nos abrazamos fuerte, y es probable que quién sabe en cuantos años más nos volvamos a ver, estarémos otro poco más viejos, con otras vidas, ambos en el comienzo, ambos en la recta final.
Te agradezco enormemente contar contigo, y agradezco al cielo que sin darme cuenta tengo gente tan maravillosa que respira en alguna parte de este planeta, y son mis amigos ausentes.
En temporadas estivales como que la gente anda en otras cosas, el aire se enrarece y pareciera que la emigración hacia las aguas pudiera purificar cuerpos y almas. Cuando me sumergo apelo al sentido planetario y mi mente demasiado rápido se aleja de las orillas atestadas. Del atestado mundo, no del mundo, de las gentes. ¿que será que en oportunidades claves la gentes me molestan?.
Es como cuando en la noche dice la frase "se escucha el silencio", amo el silencio y amo repentinamente mi soledad. Que egoista.
Y soñar, y mirar y sonreir y regocijarse en lo propio, repetir vivencias, memorizar, acordarse.
Me encontré con un entrañable amigo que hace más de 10 años que no veía, entre copa y copa (delicioso margarita frambuesa, que jamás había probado), se nos fue soltando la lengua y amanecimos en un bar hablando de nuestras vidas y tratando el uno al otro purificar nuestros pecados a través de la confesión; que placentero contar con amigos así, que catarsis más extraña y hermosa. Recorrimos años en unas horas.
Al despedirnos, nos abrazamos fuerte, y es probable que quién sabe en cuantos años más nos volvamos a ver, estarémos otro poco más viejos, con otras vidas, ambos en el comienzo, ambos en la recta final.
Te agradezco enormemente contar contigo, y agradezco al cielo que sin darme cuenta tengo gente tan maravillosa que respira en alguna parte de este planeta, y son mis amigos ausentes.
