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sábado, marzo 13, 2010

Devaneos y el teatro

Como es que afloran tantos pensamientos con las tragedias. Como comedia griega se configuran los actores y el espacio imaginario, se asocia todo para hacer del éter una impresión casi perfecta del espectáculo.
Nos hacemos más viejos cada vez que nos sucede algo fuerte, algo extraño, ajeno , como la oscuridad se hace tensa en la espera del nuevo día. Y somos entonces más fuertes y más débiles por ende. Otra vez las dualidades que me persiguen constantemente.
Las decisiones son necesarias, y los temores cuando hay que decidir ponen en ese estado de alerta casi tan impaciente al personaje como cuando esperamos el resultado de un examen.
Siempre me costó tomar decisiones, y siempre termino decidiendo, correcta o incorrectamente, y cada una de ellas ha sido de un significado eterno para el alma.
No sé bien que tiene que ver el alma en todo esto, pero la parte afectada, que no se definir bien donde está, se resiente, en buena o en mala.
Mi abuela era una vagabunda en el mundo, mi abuelo un tronco que mato el cigarrillo. Las partes más ancestrales de mi conocimiento residen en ellos. Mi vida empieza con ellos como personajes principales en este escenario. El teatro de las equivocaciones, de los desperfectos y de los aciertos.
He sido feliz la mayor parte del tiempo. Hay miles de escenas en mi vida que me provocan espontáneamente la risa. He tenido una vida amable. No tengo mayores tristezas, más las que me han provocado terceros. No provoco, ni miento. Intento ser asertiva, intento ser sana.
Tendré que profundizar en esta corriente de palabras que me salen de los dedos.

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