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miércoles, marzo 05, 2014

DE -MENTE

Mi dilecto doctorcillo se asoma por las costillas y recomienda, después de escudriñar con una enorme lupa, el extracto perfecto para aminorar el síntoma de estrangulamiento de diafragma que se produce al concentrarme en eventos no deseados o traumáticos como prefiere llamarlos. La situación es imperdible, un escritorio oscuro, el más viejo que haya visto, y un librero que añoro tener casi con los mismos libros. Paredes grises, no entiendo como no las pinta color melón tuna para animar el lugar. Aire espeso con olor a baúl, olor a antiguo, me parece que la acción de ventilación escapa al cerebro del que me ve las costillas.

Como acostumbro en tal situación, protesto por mi derecho a que duela, pero sin el malestar físico y menos aún perder la capacidad de permanecer despierta. Rompe el papel y garabatea otra pócima. 

Lo miro, no hay el menor indicio de sentimiento en su mirada, no ve. Le pregunto:
¿ En aquellas personas que están en su zona de confort se sienten igual a cuando están en el siquiatrico atendidas y drogadas?
El no entiende mi pregunta. No me importa en realidad lo que piense. Total es más fácil recetar y despedir, después de pagar.

Mientras camino, no logro sacarme de la cabeza la misma pregunta, mezclada con el libro espantoso que leí hace años, American Psycho, que describe perfectamente  a varios de los que pasan a mi lado por la calle, y muchos que he conocido. Y claro, va calzando con la pregunta que el hombre jamás entendió. La zona de confort tiene que ver con el actual vicio del tener, del ego en su máxima expresión enfermizo.  ¿Esta gente pensara algo?, es decir, algo más que no sea el tener cosas, las más caras, las más grandes, las más brillantes....... y escapar mediante cosas y drogas?. Me altera la rapidez con que se desplazan sin ver, sólo el objetivo inmediato es el fin.

Ya se que mi cabeza es un plato de tallarines. Sólo consigo aquietarme con el sueño recurrente y placentero. El lugar soñado, el sitio perfecto, una tierra lejana en donde es posible enterrar algunos bulbos y verduras, para ver emerger la vida y disfrutar del crecimiento diario de tallos y hojas, donde sólo hace falta unas gotas de agua para maravillarse con la explosión de células verdes. Quizás un par de perros....... y si alguna divinidad quisiera, una mano para entrelazar la mía,

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