Como tengo una de mis alas medio averiada por el último accidente terrenal, me cuesta elevar el vuelo por las noches, aun así el viaje me fue dado otra vez y apareció el guía con quien logre lanzarme al espacio infinito. Recorrí el vacío coronado por racimos de soles y estrellas, artefactos y seres me rodearon para atarme con finos hilos y enhebraron mis latidos.
Sólo vuelvo al amanecer y llego al paisaje conocido de rocas y musgos en donde descanso y puedo acompañarme por hadas, duendes, elfos, y ogros. Donde el aire es apenas espeso y la humedad puede palparse rodeando la ternura de la vida. Esta vida que me lleva por nuevos paisajes internos de incontables planetas y en definitiva me enseñan a ser callada. Debo estar para el resto y la necesidad imperiosa es saber bien el lugar que me toca en el concierto de la existencia. Cuando polvo sea , volveré a los lugares acostumbrados de viajes celestes inmaculada el alma, sana blanca y hermosa.
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